Eosinófilo:
Los eosinófilos son leucocitos (células blancas) que se
encuentran en la sangre y en los tejidos conectivos de algunos vertebrados. P.
Ehrlich los describió en 1879, aunque seguramente fueron observados mucho
antes.
Estos forman parte del grupo de los leucocitos denominados
granulocitos, junto con los basófilos y los neutrófilos, puesto que su
citoplasma posee una gran cantidad de gránulos, los cuales tienen moléculas
ácidas y se tiñen de color rojo con la eosina.
El nombre eosinófilo proviene de la apetencia de estos
gránulos por la eosina. En condiciones normales los eosinófilos representan del
2 al 4% de los leucocitos en sangre. Pero pueden abandonar el torrente
sanguíneo y localizarse en los tejidos conectivos de los órganos, donde esta
proporción aumenta considerablemente. Curiosamente los eosinófilos se han
encontrado en una gran variedad de especies de animales como crustáceos,
insectos, mamíferos, peces y aves, lo que sugiere que tienen una función
importante conservada evolutivamente.
Morfología:
Los eosinófilos son células redondeadas de unos 15 µm de
diámetro, más grandes que otras células de la sangre como los eritrocitos, los
linfocitos o los basófilos. A microscopía óptica se observa un núcleo
bilobulado con un fino puente nuclear uniendo ambos lóbulos. La morfología del
núcleo puede cambiar según las especies.
El citoplasma de estas células contiene gran cantidad de
granos muy patentes, denominados gránulos específicos, que con los colorantes
ácidos como la eosina se tiñen de color rojo anaranjado.
Diversas imágenes de
eosinófilos. En la primera de la izquierda también aparece un monocito,
mientras que en la cuarta aparece también un linfocito.
En el microscopio electrónico los granos específicos
muestran una estructura central cristalina característica dispuesta en láminas
paralelas, rodeada por una matriz menos densa a los electrones. Esta estructura
es muy notable en los roedores, en gatos y en la especie humana.
Además, con el microscopio óptico se observa en el citoplasma
una pequeña cantidad de granos azurófilos, denominados inespecíficos. Son en
realidad lisosomas que contienen hidrolasas ácidas y otros enzimas hidrolíticos
que contribuyen a la función de los eosinófilos.
Los eosinófilos se originan exclusivamente en la médula
ósea donde, por un proceso de maduración que dura aproximadamente 8 días, una
célula precursora de la estirpe granulocítica se diferencia a eosinófilo. Una
vez diferenciado, el eosinófilo es liberado al torrente sanguíneo, que usará
como medio de transporte para llegar a su tejido de destino donde realizará su
función.
El tiempo que los eosinófilos están en el torrente
sanguíneo es breve, se estima en unas 10 horas, al cabo de las cuales cruzan la
pared de los vasos sanguíneos y llegan hasta los tejidos conectivos, donde
pueden sobrevivir durante una o dos semanas. Fundamentalmente es el tejido
conectivo de la lámina propia del tracto digestivo, excepto el esófago, donde
se suelen localizar. Pueden observarse grupos puntuales de eosinófilos en
algunos tejidos o aumentos de su proporción en sangre en respuesta a agentes
infecciosos.
Función:
Las funciones de los eosinófilos no son tan precisas como
la de otros leucocitos, incluso parecen ser células prescindibles para el
organismo puesto que su ausencia no provoca ningún efecto deletéreo aparente.
Tradicionalmente se les ha relacionado con la defensa frente a parásitos
helmintos, reconociéndolos y liberando las sustancias citotóxicas contenidas en
sus granos para la destrucción de las células del parásito, pero ahora se sabe
que tienen funciones mucho más diversas asociadas con las reacciones alérgicas,
inflamatorias, inmunes y otras homeostáticas en lugares concretos del cuerpo,
sobre todo relacionadas con infecciones víricas respiratorias.
Parece evidente que los eosinófilos no sólo se localizan en
tejidos que han sufrido una infección o inflamación, sino que son parte del
conjunto de células en diferentes órganos en condiciones normales, incluyendo
el tracto gastrointestinal. Por otra parte, se sabe que hay un aumento de la
concentración de eosinófilos en procesos asmáticos y que este aumento puede
estar relacionado con el incremento de procesos inflamatorios en esta
enfermedad, por lo que los eosinófilos podrían ser causantes del agravamiento
de la enfermedad.
El número de eosinófilos en sangre aumenta (más de 700
eosinófilos/mm3) en las helmintiasis, en muchas reacciones alérgicas (como el
asma bronquial, eccemas, alergias por medicamentos) y en otras enfermedades.
También puede ocurrir que aumente su número en tejidos pero que no se detecte
en sangre, por ejemplo, en el asma bronquial grave aparecen eosinófilos hasta
en el esputo.
Sus funciones vienen determinadas en gran parte por la
composición química de sus granos citoplasmáticos, denominados gránulos
cristaloides por su núcleo granular cristalizado. Contienen cuatros proteínas
principales: una rica en arginina denominada proteína básica mayor o principal
(MBP) que le confiere acidofilia al grano y se localiza en la estructura
cristalina, la proteína catiónica eosinófila (ECP), la peroxidasa del
eosinófilo (EPO) y la neurotoxina derivada del eosinófilo (EDN).
Los eosinófilos son capaces de unirse a parásitos y
matarlos, como hacen los linfocitos asesinos, gracias a las proteínas
catiónicas secretadas, las cuales forman poros en las membranas de la célula
patógena, dejando paso a otros agentes para su destrucción total. Pero estas
proteínas también tienen otras funciones no tóxicas como estar involucradas en
procesos de inmunidad innata y adaptativa que incluyen interacciones con
células T y mastocitos.
La activación de los eosinófilos se produce por un efecto
combinado de las células presentadoras de antígenos, mastocitos, linfocitos T y
B, junto con todas las citocinas liberadas. Tres mecanismos diferentes se han
descrito para explicar la liberación del contenido de los granos.
1- Por
exocitosis ocurre generalmente cuando el eosinófilo interacciona con una diana
grande del tipo de los parásitos helmintos.
2- Mecanismo
denominado PMD, en el cual el contenido de los granos es movilizado en pequeñas
vesículas o túbulos que se desensamblan de los granos y salen a la superficie
celular.
3- Por degranulación,
proceso que está asociado a la lisis celular. Este tercer mecanismo parece ser
el más común y explicaría la presencia de gran cantidad de granos (eosinofília)
encontrados en los tejidos afectados por una reacción inflamatoria por
helmintos o una reacción alérgica.
En conjunto los
eosinófilos son capaces de liberar más de 35 citocinas, quimiocinas y factores
de crecimiento, de los cuales al menos 10 se almacenan preformados en los
gránulos, principalmente rodeando al cristaloide.
Otras funciones relacionadas con estas células parecen
implicadas en el funcionamiento normal de ciertos órganos. Así, la presencia de
eosinófilos en el endometrio en oleadas acopladas con los ciclos hormonales
hace pensar en una actividad pro-reproductora.
También son
abundantes en las glándulas mamarias durante el periodo postnatal y se cree que
participan en su desarrollo. En el timo se dan dos oleadas postnatales de
eosinófilos que parecen ser importantes en la eliminación de timocitos por
apoptosis.
Los eosinófilos humanos, son fácilmente reconocibles por su
núcleo bilobulado, se tiñen de rosa con eosina y presentan gránulos
característicos en su citoplasma. La diferenciación de los progenitores
hematopoyéticos a eosinófilos en la médula ósea está dirigida por el factor de
células troncales (SCF), IL-3, IL-4, factor de estimulación de colonias
granulocito-macrófago (GM-CSF) y CCL11. La IL-5 y el CCL11 actúan conjuntamente
para dirigir la diferenciación terminal, maduración y liberación de los
eosinófilos desde la médula ósea al torrente circulatorio.
Expresan gran variedad de receptores que les permiten
responder a multitud de citocinas, quimiocinas y mediadores lipídicos ej. CCR3,
el receptor de CCL11. Son reclutados desde la sangre a los tejidos donde haya
un foco inflamatorio. Tras su activación, son capaces de liberar un conjunto de
mediadores inflamatorios.
Las proteínas citotóxicas MBP, ECP, EDN y EPO son
exclusivas de eosinófilos, y son importantes en la defensa contra parásitos
extracelulares, pero también pueden causar un daño tisular excesivo en
enfermedades alérgicas.
Bibliografía
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